Resident Evil

Khalid me ayudo a sentarme un banco antes de encender un por de velas un un cigarrillo. La verdad es que no me hacía mucha gracia que la gente fumase delante mía. Pero tal y como estaban las cosas no le iba a decir que parase.
Desvié mi atención a mi herida. Cierto que era bastante fea, pero no la sentía como peligrosa. Me deslicé un poco y alcancé los restos de mi camisa; la hice tiras y me vendé la zona como pude. La herida dejo de sangrar al poco.
Al poco se oyó un golpe en la puerta, y otro, cada vez más fuertes; pero parecía que la barricada que teníamos delante de la puerta estaba funcionando.
Miré por la estancia buscando algo; aunque no sabía muy bien el que. A pocos metros de mí encontré la pistola que antes no había sido capaz de disparar; la cogí pensando en que con el brazo así muchos golpes no podría dar.
-Espero que Rhea sepa lo que hace - Dije mientras me recostaba un poco - O por lo menos que su padre haya mejorado el antídoto.

(Avisaré al inicio qué personaje llevo de los dos. Esta vez... Craig Noman)

-¿Señor?-dije mientras me acercaba a Vanister, que observaba la ciudad desde la azotea, como siempre, trajeado.
-Noman... ¿todo sigue según lo planeado?-me preguntó, muy serio.
-Sí, señor. Algunos de mis hombres ya se han adentrado en los laboratorios. Pero...
-¿Alguna duda?-dijo mientras clavaba sus ojos en los míos.
-Sí, señor.- dije mirando al suelo.-¿acaso abandonaremos estos laboratorios? En ellos hemos hecho grandes descubrimientos. De todos los laboratorios de la Corporación, ha sido el que más resultados ha dado.
-Noman, eso no es asunto tuyo. Tú cumples órdenes, ¿entendido? Para algo te contraté.-me dijo con autoridad.
-Sí, señor.

No entendía bien que pretendía, pero yo cumplía órdenes de Vanister como jefe de su guardia personal, no las cuestionaba. Por alguna razón que desconocía, había mandado a algunos de mis hombres a asaltar la corporación y a liberar a los sujetos. Eso causaría bastantes disturbios en la ciudad.

Miré atrás, un gran helicóptero nos esperaba. Algo me decía que iban a pasar cosas muy malas, sin embargo, desde que había entrado a formar parte de la Corporación, todo me daba mala espina, sin embargo, me sentía extrañamente seguro, después de todo, siempre había estado bajo las órdenes de Greg Vanister, uno de los peces gordos de Umbrella.

-Noman. Ya es hora...-dijo dirigiéndose al helicóptero.
-Sí, señor Vanister.-dije mientras le seguía al interior saludando a mis hombres, que esperaban dentro.

-Craig Noman... me has servido muy bien.-me dijo Vanister mirándome con una tímida sonrisa.
-Muchas gracias, señor.-le dije, asintiendo la cabeza en señal de agradecimiento.

Se acercó a una caja y la abrió, dentro de ella había varias jeringuillas y unos tubos con líquidos de distintos colores. Reconocí el famoso Virus T entre ellos. Vanister llenó una de las jeringuillas con algunos de los líquidos entre los que estaba el conocido virus.

-¿Sabes que es esto, Craig?-me preguntó.
-No, señor. ¿Algún tipo nuevo de virus?

Después de unos segundos de silencio, volvió a hablar.

-Smith no quiso seguir adelante. Cuando vio como funcionaba el Virus T, se alegró y se entristeció al mismo tiempo. Había descubierto algo tan... poderoso... que tuvo miedo. Se negó a seguir con las investigaciones, que sabía que le llevarían a algo horrible. Pero fue fácil manipular su voluntad. Le nombré a su hija y estalló en furia, pero se vio obligado a seguir mis órdenes.
-¿Qué quiere decirme con esto?-le pregunté confuso.

Hizo un pequeño movimiento con la mano, y antes de que pudiera hacer nada, mis hombres me inmovilizaron.

-¿Pero qué? ¿Qué coño pasa, Vanister?-grité mientras forcejeaba.
-Esto que tengo en la mano, para que tu pequeño cerebro lo entienda, es un Virus T evolucionado.
-¿Evolucionado?
-Así es. Y tú mejor que nadie... sabrás para que sirve...-dijo mientras clavaba lentamente la jeringuilla en mi brazo y me inyectaba aquel líquido monstruoso.

Al principio no noté nada, pero al cabo de unos segundos, comencé a notar como el virus recorría todo mi cuerpo. De repente, un fuerte dolor llegó a mi cabeza. Grité desesperado, desgarrando mi voz. Los hombres me soltaron, pero yo caí de bruces contra el suelo. El dolor apenas me dejaba moverme.

-Maldito... cabrón... ¿qué me has hecho? ¿por qué?-dije con voz entrecortada.
-Te hemos estado vigilando desde hace tiempo, Sujeto 6. Esto tan solo es una parte del plan.
-¿Sujeto 6? ¿Es que acaso hay más?-grité, notando como el dolor se iba reduciendo.
-Sí, lo han probado 5 sujetos antes que tú... pero tú eres el primer humano en el que lo estamos probando.

Cuando las extremidades volvieron a responderme, intenté levantarme y abalanzarme contra Vanister, pero todavía las notaba muy débiles y mis hombres me detuvieron, para a continuación, tirarme fuera del helicóptero.

-Que tengas suerte, Sujeto 6.- dijo dejando caer un par de objetos.- Te estaremos observando...-continuó Vanister mientras el helicóptero se alejaba de mí.

Cuando recuperé las fuerzas, me levanté y vi que me había regalado un cuchillo y una linterna. Me las guardé y miré la ciudad desde la azotea.

"¿Qué me habrá hecho el cabrón de Vanister? Lo mataré..."

-Volveremos a por aquellos hombres, ¿verdad?

-No iremos a salvarle para dejar que su herida lo mate. Primero iremos a la farmacia. ¿Sabéis de alguna que no esté muy lejos?

-Vaya... vaya por esa calle de la derecha - dije con timidez.

Pasaron unos minutos desde que comenzamos a movernos en coche, le guié por todas la calles hasta llegar a la farmacia. Pero al llegar, un grupo de zombies nos esperaba en la entrada de la farmacia.

"Maldita sea" pensé mientras no apartaba mi mirada de ellos.

-Baja a la perra del asiento, para que no se golpee, y abrochaos los cinturones- dijo el militar con un tono de seguridad.

Después de decir esa frase, el militar comenzó a hacer unas maniobras espectaculares al volante, en varios momentos pensé que saldría volando, pero no fue así. Una vez la zona estaba despejada, el hombre aparcó enfrente de la farmacia y apagó el motor.

Desabroché el cinturón rápidamente y bajé del coche, detrás de mí venía el que había sido mi guardián todo este tiempo. No tenía tiempo para pensar si era seguro entrar en la farmacia, así que, entré... La farmacia era un caos, medicamentos por el suelo, sangre, muertos... tenía ganas de vomitar. Y lo hice.

-Estoy bien - dije sin mirar al hombre - busca conmigo unas jeringuillas. Buscaré unas cuantas cosas más, por si las necesitamos- pensaba en unas vendas y un par de cosas más.

Busqué entre el caos de medicamentos. Tenía miedo de aquellos muertos, pero debía ayudar al padre de Aelita, era lo único que me quedaba. Y no la iba a dejar sola... como lo estaba yo.

Recordé a mi padre, y los ojos se me llenaron de lágrimas, pero eso no me impedía dejar de buscar. Encontré casi todo lo que necesitaba, excepto las jeringuillas...

Miré a mi acompañante, por si el había encontrado algo, pero de pronto noté como la mano de uno de aquellos muertos agarraba mi pierna... haciendome caer al suelo estrepitosamente.

(Vlad)

-No iremos a salvarle para dejar que su herida lo mate. Primero iremos a la farmacia.-dijo dejándome algo más tranquilo.- ¿Sabéis de alguna que no esté muy lejos?-

Rhea le indicó como llegar hasta la más cercana y Radcliff se encargó de abrirnos camino utilizando su coche. La niña salió y yo la seguí para protegerla con mi nuevo fusil. Se apresuró hacia el interior de la farmacia encontrándose con todo lo que estaba repartido por toda esta ciudad podrida.

No pudo evitar vomitar y yo no pude evitar sentir cierta lástima. Pero teníamos que seguir adelante o morir.

-Estoy bien. Busca conmigo unas jeringuillas. Buscaré unas cuantas cosas más, por si las necesitamos- me dijo mientras se recuperaba rápidamente y seguía adelante.

Miré al anterior, no parecía haber nada demasiado vivo, así que la dejé caminar hacia el interior pero sin perderla de vista. Había cajas de medicamentos tiradas por el suelo, estantes rotos, cadáveres...

Dejé el fusil encima de una estantería y me puse a buscar rápidamente entre todo el desorden, un poco alejado de la niña.

"Jeringuillas, jeringuillas... ¿dónde coño estarán?"

Seguí observando estante a estante, deseando encontrar de una vez las jeringuillas y entonces por fin encontré una caja de ellas. La abrí y... estaban rotas. Maldije para mis adentros y la tiré a un lado, prosiguiendo mi búsqueda. Entonces, oí un golpe y posteriormente un grito. ¡Rhea!

Me levanté para mirar lo que había ocurrido, pero un cuerpo pesado y húmedo se abalanzó sobre mí. Me tiró al suelo e intentó morderme, pero conseguí agarrarle y forcejear unos segundos con él. Conseguí propiciarle un buen derechazo que lo empujó hacia atrás. Me arrastré hacia atrás y conseguí patearle la cara, aunque sabía que no sería suficiente. Cuando conseguí levantarme, una de las pocas balas de una de mis dos pistolas le atravesó la cabeza a mi atacante. Debía haber comprobado que estaban muertos de verdad..

Miré a la niña y la vi tirada en el suelo intentando liberarse del zombi que la aprisionaba. Corrí hacia ella saltando algunos estantes tirados, pero en mi camino apareció otra de las criaturas. Rápidamente le apunté con mi pistola y apreté el gatillo, pero en ese momento uno de los cadáveres del suelo me tiró del tobillo haciéndome caer y fallar mi tiro.

Me solté golpeando su cara una y otra vez y disparé hacia la pierna del otro, haciéndolo caer. Cuando por fin conseguí parar al atacante más cercano, vi a mi lado una caja de jeringuillas idéntica a la anterior. La abrí rapidamente y pude ver que allí había varias.

Eliminé a la criatura que me quedaba y me guardé la caja, poniéndome de pie de nuevo mientras deseaba que no le hubiera pasado nada a Rhea.

Cuando llegué hasta ella sonreí un poco asombrado. Ante mí había una joven con un trozo grande de madera en la mano, posiblemente de uno de los estantes, y debajo de ella un zombi con la cabeza más achatada de lo normal.

-Siento... llegar tarde.-dije con cierto tono de humor, pero después hablé más serio.-Me alegro de que hayas podido defenderte tu sola, de verdad.

Miré al suelo después de pensar unos segundos.

-Perdona por ser un gilipollas. Prometo dejar mis estúpidos odios hasta que todo esto pase y después... desapareceré. Por cierto... tengo las jeringuillas.

Resultaba extraño el eco de los golpes que los zombis daban a las puertas. Core se estiró hasta coger la pistola que estaba en el suelo y se volvió hasta el banco, tambaleándose un poco, observé que se había vendado la herida con la vieja camisa y parecía más dispuesto que antes a enfrentarse a los monstruos, aunque quizás estaba menos capacitado.
-Quizás deberías ir a la parte del fondo de la iglesia y cubrirme desde ahí - le dije.

Empecé a mover los bancos restantes para que los zombies con menos movilidad tuvieran problemas para avanzar, aunque no sería un obstáculo para los más ágiles. Cuando las puertas cedieron, Core y yo nos encontrábamos detrás de varias filas de bancos, dispuestos a disparar a todo lo que se nos acercara.

Preparé unos cuantos cartuchos de escopeta en el banco que tenía delante para no tener que buscar en mis bolsillos y ahorra tiempo de ser necesario, apoyé la escopeta en mi hombro y miré adelante, justo para apretar el gatillo contra un zombie que en estaba saltando hacia mí. Su carne se desparramó por toda la iglesia, haciendo que una lluvia de sangre mojara a los zombies que iban detrás de él.

-Quizás deberías ir a la parte del fondo de la iglesia y cubrirme desde ahí - dijo Khalid como si no me hubiese escuchado.
La verdad es que tal y como estaba no iba a poder hacer mucho. Pero tampoco me veía con la suficiente puntería como para cubrir a alguien desde tan lejos.
Él se levantó y comenzó a mover los bancos que no habíamos usado para taponar la entrada de una manera un poco aleatoria, al parecer para dificultar la movilidad de los Zombies si lograban entrar.
Al poco la puerta comenzó a ceder y cuando lo hizo del todo bastantes cuerpos aterrizaron destrozados en la entrada de la Iglesia, al parecer habían sido apastados por los otros Zombies que los empujaban desde más atrás. Retrocedimos un par de pasos.
Los monstruos arrollaron con gran parte de los bancos y se acercaron lentamente a nosotros. Rápidamente Khalid le disparó al más cercano a nosotros destrozándolo.
Yo dudé un rato, pero hice lo mismo, aunque no con la misma eficacia, pero fuimos capaces de contenerlos un rato mientras retrocedíamos hacia la parte posterior de la Iglesia donde nos sería más fácil defendernos.

-No tienes que perdirme perdón por algo que realmente piensas. Ya está dicho. ¿Ya las tienes? ¡Rápido, nos necesitan!

Aunque no lo había dicho tal cual, sentí que me había perdonado.

-Sí, ¡vamos!-dije después de recoger mi fusil.

Volvimos al coche donde nos esperaba Radcliff y rápidamente arrancamos. Pensé en los hombres que habían quedado atrapados en la iglesia. Tan sólo conocía un poco al científico, pero no lo apreciaba demasiado y al viejo ni lo había visto en mi vida y, sin embargo, sentía la necesidad de rescatarles. De algún modo, me sentía más seguro cuantos más fuéramos. Pero les habían rodeado los zombies, que ahora que habían descubierto su refugio, no pararían hasta comérselos. ¿Qué forma habría de sacarlos de allí rápidamente y escapar?

Pensé en Blame, pensé en Rhea, en la hija del científico, en Radcliff. De algún modo, me sentía responsable de luchar por que siguieran vivos. Miré a los zombies que había a los lados de la calle con odio, miré el logo de mi chaleco: Umbrella. Los zombies no eran más que víctimas, víctimas a las que teníamos que eliminar sin escrúpulos. Todos creían en la inocencia de Tomas Smith. ¿Por qué? Yo había visto con mis propios ojos lo que había hecho. Sin embargo, solía ser un buen hombre conmigo. ¿Qué le habría hecho cambiar?

Volví en mí, recordando que quería pensar en una forma de sacar a aquellos dos hombres de allí. Y entonces vi la estación de autobuses. Aquella estación donde se suponía que recogerían a todo el mundo.

-¡Espera!-grité.-¡Para aquí!

Radcliff me hizo caso y paró el coche, pero antes de que me pudiera preguntar, le dije:

-Tengo una idea. Vuelvo enseguida. Por favor, quedaos aquí.-dije abriendo la puerta del coche, sin fijarme en que se tenía el fusil apoyado en la guantera.
-Espera, toma esto.-me dijo Radcliff ofreciéndome un walkie.-Está conectado a la radio.
-Gracias.-dije mientras me lo enganchaba.-Me será muy útil.

Salí del coche muy apurado, corriendo hacia la estación de buses. Me paré un poco en cuanto me adentré en ella. Había cadáveres por todas partes, algún bus destrozado y tirado en el suelo.

"La evacuación no ha sido tan éxitosa como se esperaba"-pensé, mientras buscaba con la mirada alguno de esos grandes vehículos, sin apartar la vista de los cadáveres que llenaban la estación. Estaba totalmente seguro de que me darían problemas.

Saqué las pistolas y seguí caminando hacia al interior, buscando algún bus en un estado decente. Había muy pocos, y los que había, estaban destrozados. A cada paso que daba, iba perdiendo la esperanza. Obviamente, lo normal es que no hubiera ningún bus utilizable. Pero entonces, en uno de los cubículos donde solían estar guardados los buses, vi uno. Era bastante grande y viejo. Con varias ventanas destrozadas. Sin embargo, las ruedas parecían estar en buen estado.

El mayor problema que tenía era que para llegar hasta él tenía que cruzar una zona llena de zombies. Todavía no se habían percatado de mi presencia. No entendía muy bien cómo se guiaban para no atacarse entre ellos. Si la vista, el olfato o algo instintivo. Miré mis cargadores, apenas me quedaba un par de balas. Tendría que avanzar deprisa, sin pararme a pelear o moriría.

Respiré fuerte, preparándome para lo que venía a continuación, agarré con fuerza las pistolas y comencé a correr hacia mi destino. Pronto se dieron cuenta de mi presencia y algunos comenzaron a acercarse. Disparé sólo a los que entorpecían mi camino, a los demás los esquivaba como podía, evitando que me agarrasen o me mordiesen. Pero fue inevitable tropezar contra uno de los cadáveres que llenaban el suelo. Apreté el gatillo instintivamente pero nada ocurrió. Había agotado la munición.

Tan sólo veía brazos y piernas por todas partes, tan sólo olía el olor a mierda que desprendían sus cuerpos. Pronto mis extremidades dejaron de responderme. Pronto dejé de luchar. Había perdido. Y había perdido sin haber podido salvar a mis compañeros. Me inundó el dolor.


Una imagen de Rhea llegó a mi cabeza. Había prometido salvarla. Inconscientemente pude volver a mover mi brazo derecho para golpear a uno de los zombies. Una imagen de mi perra Blame cuando era un cachorrito me permitió mover mi brazo izquierdo para volver golpear de nuevo a mis capturadores.

Tenía que salir de allí, pero yo sólo no podría, y era incapaz de coger el walkie para pedir ayuda a Radcliff. Fue entonces cuando vi como una figura grande embestía contra aquellas criaturas, liberándome un poco. Aproveché ese momento para golpear a los zombies que me tenían agarrados.

Entonces vi a Blame, había vuelto a rescatarme. Y no era la primera vez que lo hacía. No sé que había pasado en el coche, pero me había supuesto que Blame había salido sin permiso del piloto ni de las niñas.

Junto a Blame, corrí hacia el autobús y rápidamente me subí en él. Fue en ese preciso instante cuando me di cuenta de que me había pasado. Tenía una herida en el brazo. Uno de los zombies había conseguido morderme y ese era el dolor que había notado.

Me fijé en el fondo del bus. Había un par de zombies tirados en el suelo, muertos. Y una mujer temblando y sollozando, sentada al fondo. Me acerqué un poco hasta llegar a junto el par de cadáveres, donde encontré un trozo de tubería que me imaginé que había utilizado la mujer con los dos zombies. La mujer me vio, y en ese momento, Blame se puso nerviosa.

La agarré y la mandé parar y luego volví la mirada a la mujer, que estaba cubierta de sangre.

-¿Estás bien?-le pregunté.
-¡Aléjate de mí!-me gritó, desesperada.
-Tranquila, no voy a hacerte nada. ¿Qué ocurre?
-¿Es que no lo has visto?
-Ver... ¿el qué?
-¡Mira!-gritó, enseñándome una herida en su cuello.
-Quizá podamos parar la hemorragia... si quieres..
-Ya es tarde.
-¿Tarde?
-Sí. ¿No has visto lo que ocurre cuando una de esos bichos te muerde? ¡Te conviertes en uno de ellos!-gritó.

No podía creer lo que oía. ¿Era eso cierto? Tenía que serlo, la ciudad estaba llena de ellos y era imposible que todos saliesen de la corporación. Habrían sido infectados. Así que no sólo estábamos matando a los experimentos de Umbrella, también estábamos matando a nuestros vecinos y amigos. Aquel científico lo sabía, incluso Radcliff y también Rhea. Y ninguno me había avisado de lo que ocurriría. Recordé la herida de mi brazo y la miré, asustado.

-También te han mordido. Tú también estás infectado. Vas a convertirte en uno de ellos, como yo...
-¡Cállate!-le grité.
-Haciéndome callar no conseguirás nada. Es inevitable....-dijo, comenzando a toser sangre y a sufrir algunas convulsiones.

Agarré fuertemente el trozo de tubería durante ese largo silencio. Y entonces saltó a por mí para atacarme, convertida en uno de ellos, demostrándome que decía la verdad. La golpeé con fuerza en la cabeza y chocó contra una ventana, rompiéndola y, aunque había dejado de moverse, la golpeé una y otra vez, salpicándome con su sangre, gritando de odio.

Cuando me tranquilicé un poco, tiré la tubería y me dirigí hacia la parte delantera del bus. Con un poco de habilidad le hice un puente y pude arrancarlo.

"No voy a dejar que más personas se conviertan en zombies."-dije, sacando a toda velocidad aquel viejo bus, llevándome por delante a varios de aquellos asquerosos zombies, furioso. Cogí el walkie y le dije serio que me siguiera. Pronto salí de allí y me dirigí rápido a la iglesia, confiando en que siguieran vivos.

Pocos minutos después llegué y vi como la habían rodeado aquellos malolientes hijos de puta. Sin pensarlo más, embestí con mi vehículo a los zombies que allí se habían reunido, peleando por un par de trozos de comida.

Abrí la puerta, coincidiendo con la puerta rota de la iglesia que algunos zombies ya habían atravesado. Comprobé que los dos hombres habían aguantado y les grité:

-¡Rápido!¡Corred!¡Escapemos de aquí!

Los disparos resonaban en la iglesia con un eco espeluznante. Por un momento me imaginé que sería la voz de Dios riñéndonos por lo que habíamos hecho.

Aunque los bancos ralentizaban a muchos de nuestros enemigos, había otros más ágiles que eran capaces de sortearlos sin problemas.
Estuvimos matando a los que se nos acercaban, pero cada vez parecía haber más y más zombies en la iglesia. A Core parecía costarle más disparar.
-Si no los matas te matarán ellos - le grité
Apreté el gatillo una vez más y tuve que recargar la escopeta. Cada vez estaban más cerca. Parecían no acabarse nunca. Con ocho balas en el cañón de mi arma, me subí a uno de los bancos y empecé a avanzar, disparando a todos los bichos que me cruzaba en el camino.
-¡Corre! ¡Tenemos que salir de aquí! - Le grité a mi compañero - ¡Son demasiados!

Estaba situado en el centro de la iglesia. Había dejado atrás alguno de esos seres, pero no deberían resultar un problema para él. Desde donde estaba, apoyado en la parte de arriba de un banco, pude ver cómo en la puerta se aglomeraban infinidad de bichos de esos. Entonces, un extraño ruido hizo que me diera un escalofrío.

Pude ver un montón de cuerpos volando y, justo detrás, un enorme autobús apareció. Abrió la puerta y dentro estaba Vlad. Lo extraño de la situación hizo que me distrajera un momento, y un zombie me agarró la pierna, tirándome al suelo.

El golpe fue fuerte, pero me preocupaba más que me mordiera. Forcejeé un poco con él y, cuando estaba a punto de morderme, le metí el cañón de la escopeta en la boca.
-Eso no se hace - le dije, aunque sabía que no me entendía.
Apreté el gatillo y... nada. Me había quedado sin balas. El cabrón hacía fuerza hacia abajo y vi cómo se acercaban más. Pateé la rodilla de mi captor, haciendo que su pierna se fracturase y éste cayese al suelo. Me levanté, saqué la pistola de mi gabardina y disparé a los que tenía más cerca, mientras le pisaba la cabeza al que estaba en el suelo.

Corrí hacia el autobús mientras cargaba la escopeta, y golpeaba a los que se me ponían delante.

Desde donde estaba parecía que eran cientos de Zombies los que nos atacaban. Khalid y yo nos defendíamos como podíamos, estábamos consiguiendo mantenerlos medianamente alejados de nuestra posición aunque parecía que nos ganaban terreno poco a poco.

-Si no los matas te matarán ellos - me gritó.

Ya lo sé, me dije, pero ni que fuera tan fácil, son demasiados.
Uno de ellos esquivó nuestras defensas con rapidez y se abalanzó sobre mi, Afortunadamente conseguí evitar que me mordiese y lo lancé como pude de un empujón al lugar de donde había venido, no me hizo falta recatarlo, ya que otro zombie se encargó del asunto pisándole el pecho y rompiéndole las costillas.

-¡Corre! ¡Tenemos que salir de aquí! ¡Son demasiados!

Iba a contestarle, pero de repente hubo un potente estruendo y las puestas de la iglesia salieron despedidas en cachitos hacia el interior, junto con ellas unos cuantos Zombies de los más rezagados. Uno de ellos vino volando hacia mi, alcé la pierna y los detuve de una patada. Era ligero, era pequeño, no le mire a la cara pero podría jurar que era una niña de apenas diez años, tragué silaba. Por unos instantes tuve un mal presagio, pero rápidamente me olvidé de él al ver ami hija a través de una de las ventanillas del coche que había aparecido detrás del autobús que había roto la puerta.

Atravesé rápidamente el interior de la iglesia y me monté en el autobús, pero cuando estaba entrando me fije en que el guarda tenía una herida en el brazo.

- ¿Con qué te has hecho eso? - Le pregunté nervioso - Si te lo ha hecho uno de esos monstruos debes decírmelo ahora, porque puede que aún sea capaz de quitarte el veneno.

Había llegado en el momento preciso. De haber llegado un poco más tarde, los dos hombres habrían sido devorados por aquellas bestias. Cuando se percataron de mi presencia, los dos vinieron corriendo hacia mí. El hombre más mayor tuvo algún que otro problema, pero enseguida se incorporó y se introdujo en el autobús.

- ¿Con qué te has hecho eso? -me preguntó el científico - Si te lo ha hecho uno de esos monstruos debes decírmelo ahora, porque puede que aún sea capaz de quitarte el veneno.
-¡Espera un segundo!-le dije, ya que no iba a ser capaz de responder, cerrar la puerta fijándome si algún zombie lograba colarse y arrancar al mismo tiempo.

Rápidamente volví a arrancar y tras pasar los baches formados por los cuerpos de los zombies a los que había atropellado y ponerme en marcha, cogí el walkie y dije:

-¡Radcliff! Voy a alejarme lo máximo posible, tú sígueme.

Miré al padre de la niña y me dispuse a responderle:

-Me ha mordido uno de esos zombies... ¿De verdad hay alguna forma de detener la transformación?-dije llenándome de esperanza mientras recordaba como la mujer había perdido toda voluntad.-Sé lo que ocurre cuanto te muerden, ¿hay algo que lo detenga?

-¡Espera un segundo!-me gritó y luego cerró la puerta del autobús rápidamente impidiéndole a unos de los zombies entrar en el interior del vehículo. Cogió lo que parecía ser las radio del autobús y a través de ella le pidió al coronel que lo siguiese.

-Me ha mordido uno de esos zombies... ¿De verdad hay alguna forma de detener la transformación?- me preguntó más aliviado -Sé lo que ocurre cuanto te muerden, ¿hay algo que lo detenga?

-¿Realmente sabes lo que pasa? - le pregunté irónicamente sabiendo que seguramente lo que pensaba que sucedería no era del todo correcto.

Rápidamente me puse a mirar detenidamente su heria... era difícil hacerlo mientras el conducía. Lo que me suponía pensé.
Saqué del bolsillo derecho de mi pantalón una pequeña navaja multiusos y saqué una especie de sierra pequeña que tenía.

- Te va a doler - le avisé antes de meterla por la herida y sacar de ella la masa amarillenta...
No me detuve mucho a mirar su expresión, pero estaba seguro de que le había dolido bastante. Centré ahora mi atención en la masa; esta era lo suficientemente densa como para no ser muy contagiosa, pero más o menos calculo que debía hacer más o menos diez o quince minutos desde que la tenía dentro, y eso no era especialmente bueno.

- No te preocupes - Dije un poco confuso ya que no estaba seguro de que decirle - Es posible que te hayas contagiado, el zombie que te mordió tenia al menos una semana por lo que es difícil contagiarse, pero tú has estado expuesto el tiempo suficiente al veneno.
Hice una pausa para tragar saliva.

- Pero si estas contagiado ya no tienes que preocuparte de ello de momento, no serías alérgico a la substancia, por lo que hasta que tu cerebro no muera, no te transformarás en uno de ellos. Y duplicaremos el antídoto antes de que eso suceda.

Avancé por el autobús en búsqueda de ventanas rotas, agujeros y cualquier otro medio de entrada. Cerca del fondo descubrí el cadaver destrozado de una mujer. Tenía más color que los zombies a los que nos habíamos enfrentado, y parecía haber sido aporreada con una palanca o algún objeto similar. Vi más adelante un trozo de tubería. Supse que había sido con eso.

-¡Eh, tú!, el conductor - dije - ¿Y esta mujer?¿Estaba así cuando llegaste? No parece que fuera uno de esos... monstruos o lo que sean.

Cuando me giré para mirarlo, vi que Core le estaba sacando algo del brazo y estaban hablando. Lo poco que escuché de la conversación es que si te mordían te convertías en uno de ellos, y que había un antídoto.

-Ese antídoto... - dije más alto, para que me escuchara el científico - te vuelve inmune o sólo serviría si estás infectado?. A los que ya son zombies... ¿los sanaría, los mataría, los haría más fuertes? ¿Hay algún modo de detener todo este caos?

Mientras preguntaba medio desesperado caminaba hacia la parte delantera del vehículo. Las casas y los edificios pasaban rápidamente por las ventanillas. Me senté delante del todo cuando terminé de hablar y miré al cielo. "Por fin empieza a amanecer" pensé.

Avancé por la ciudad a bastante velocidad, tratando de evitar las curvas, ya que era la primera vez que conducía un autobús y todavía me costaba manejarlo bien. Y claro, no quería que volcáramos.

- ¿Realmente sabes lo que pasa?-me dijo con cierto tono de sarcasmo.
- La verdad es que no lo tengo muy claro...-le dije, pero él estaba concentrado observando mi herida.

Vi que buscaba cosas entre sus bolsillos, pero no sabía muy bien qué, debido a que mis ojos estaban concentrados en la carretera.

- Te va a doler.-me dijo, justo antes de notar como metía algo cortante en mi herida. Realmente me había dolido mucho, que incluso tuve que controlar el volante con el otro brazo para no perder el control. Cuando el dolor cesó un poco, oí como el otro hombre me preguntaba sobre la mujer.

Pero antes de poder responderle, el científico me dijo:

- No te preocupes - dijo con una voz un tanto temblorosa, algo que no me dio demasiada seguridad y que tiró toda mi esperanza por los suelos. - Es posible que te hayas contagiado, el zombie que te mordió tenia al menos una semana por lo que es difícil contagiarse, pero tú has estado expuesto el tiempo suficiente al veneno.-dijo, sin dejarme demasiado claro si podría salvarme. Tras una pausa, prosiguió.- Pero si estas contagiado ya no tienes que preocuparte de ello de momento, no serías alérgico a la substancia, por lo que hasta que tu cerebro no muera, no te transformarás en uno de ellos. Y duplicaremos el antídoto antes de que eso suceda.-me dijo finalmente, dejándome claro que había posibilidad de salvarme con un antídoto, pero que tendría que hacerlo antes de que mi cerebro se muriese. No entendía muy bien si eso significaba que al morir me convertiría en uno de ellos, o que simplemente el veneno llegaría a matarme.

De todos modos, sabía que tenía que hacer algo rápido.

-Ese antídoto... te vuelve inmune o sólo serviría si estás infectado?. A los que ya son zombies... ¿los sanaría, los mataría, los haría más fuertes? ¿Hay algún modo de detener todo este caos?-preguntó el hombre mayor, que posteriormente se acercó a sentarse delante.
-La mujer no estaba así cuando llegué.-dije, antes de que el científico pudiera hablar.- Yo fui el que la dejó así. Se convirtió en zombie delante de mis ojos y me atacó, por eso la maté.-le respondí finalmente.

Esperé callado un rato mientras pasaba por un tramo más difícil y dejé que los dos hablaran. Noté como el cansancio se apoderaba de mí y fue entonces cuando en alto, sin preocuparme de si los interrumpía o no, dije:

-Tenemos que encontrar un refugio. Llevamos a dos crías que estarán muy cansadas y a nosotros también nos hará falta descansar. Podemos dormir unas horas y seguir nuestro viaje por el día, que correremos menos peligro. ¿Os parece? ¿Sabeis de algún refugio? Por cierto, soy Vlad.

-Ese antídoto... - dijo Khalid alzando su voz - ¿te vuelve inmune o sólo serviría si estás infectado?. A los que ya son zombies... ¿los sanaría, los mataría, los haría más fuertes? ¿Hay algún modo de detener todo este caos?

-Que conste que solo os estoy diciendo lo que sé - consté - hace tiempo que dejé ese proyecto por lo que no estoy al tanto de todos sus avances; si embargo creo que lo que sé es suficiente de momento. Hace poco recibí un correo de Tomas Smith diciéndome que por fin le había encontrado el fallo al antídoto, ya que antes no funcionaba del todo bien;y si estoy en lo correcto hay un poco de antídoto en el recipiente que lleva Rhea consigo.-Paré un rato para coger aire.

Pero es poca cantidad - continué - y solo sería suficiente para un niño, por lo que cuando tengamos la oportunidad hemos de duplicarlo, y en los laboratorios de la corporación a mi no me sería realmente difícil hacerlo.

En cuanto a su utilidad... el antídoto no te vuelve inmune, quizá sí, pero solo durante uno o dos días mientras este permanezca en tu interior, y tampoco devolvería a los zombies a la normalidad ya que ellos ya están muertos y lo que los hace moverse no es más que el veneno que tienen en su interior que activa las partes que aun están vivas de su sistema nervioso volviéndolos unos seres que no son humanos y que se muevan por instinto.

Lo que sucede es que el virus T estaba diseñado para combatir enfermedades, y la verdad es que, en cierto modo, fue un éxito total. Si no contamos claro que ese virus también intenta solucionar la muerte y os podréis imaginar lo que sucede con lo que os he contado previamente.
También existen personas alérgicas que mueren inmediatamente después de ser infectadas y por ello sufren una trasformación más o menos inmediata. - dirigí mi mirada hacia el conductor del autobús- Por eso si estás infectado, mientras no mueras no te transformarás...

-Tenemos que encontrar un refugio - Interrumpió el guarda- Llevamos a dos crías que estarán muy cansadas y a nosotros también nos hará falta descansar. Podemos dormir unas horas y seguir nuestro viaje por el día, que correremos menos peligro. ¿Os parece? ¿Sabéis de algún refugio? Por cierto, soy Vlad.
Yo asentí con la cabeza y me senté.

Registré sin éxito otras dos viviendas. Una de ellas tenía un gran espejo ovalado al fondo del pasillo y me sorprendí al contemplar la imagen que encerraba su dorado, aunque poco ornamentado marco. Era impresionante ver todo lo que mi aspecto había variado en tan poco tiempo: En lugar de mis habituales vestiduras ahora llevaba un uniforme militar, y mi torso estaba protejido por un chaleco verde oscuro, que dejaba ver la manga del uniforme de camuflaje que cubría mi brazo derecho, con el que asía firmemente el fusil; y el izquierdo, que colgaba desnudo de mi hombro. El ensangrentado casco apenas dejaba asomar mis rubios cabellos, y mis verdes ojos, protegidos por la tranparente visera, mostraban una expresión de dureza que casi me sobrecogió. Tras esos momentos de reflexión me di cuenta de que perdía el tiempo si lo que pretendía era encontrar supervivientes en la zona y que ya era hora de cambiar de rumbo.....

En el autobús la conversación siguió hasta que decidimos buscar un refugio.

-Quizás en las afueras de la ciudad haya alguna casa o algún edificio que podamos limpiar de esas cosas y contener un ataque. Munición no tenemos demasiada, y por lo que observé en general son bichos lentos. Si nos organizamos bien cuando lleguemos allí no tendremos problemas para montar una barricada o algo.

Supuse que era la mejor idea, pero me senté en el asiento de detrás del conductor a la espera de otras propuestas.

(Vlad)

El científico asintió con la cabeza y después se sentó. El señor de la escopeta dijo:

-Quizás en las afueras de la ciudad haya alguna casa o algún edificio que podamos limpiar de esas cosas y contener un ataque. Munición no
tenemos demasiada, y por lo que observé en general son bichos lentos. Si nos organizamos bien cuando lleguemos allí no tendremos problemas
para montar una barricada o algo.-dijo mientras se sentaba detrás de mí.

Pensé en las armas que llevaba encima. Recordé que había olvidado el fusil en el coche de Radcliff y que mis dos pistolas ya no tenían balas. Estaba totalmente desarmado. Bueno, ¡al menos tenía un bus!

-Es una buena idea. Montaremos una barricada y nos turnaremos para hacer guardias. Yo no tengo munición ahora mismo, pero sé que Radcliff lleva más de una, así que seguramente nos servirá para defendernos unas horas. Podemos aprovechar para ir a alguna tienda de armas. Esto ha ocurrido muy de repente, así que lo más seguro es que todavía quede alguna cosa útil. Y luego iremos hasta la Corporación para curarnos y reunir el antídoto suficiente como para salir de esta maldita ciudad vivos.

Seguí conduciendo a lo largo de la ciudad, hasta llegar a las zonas más alejadas, donde ya no había tantos zombies. Paré el autobús.

-¿Qué os parece por aquí?-dije señalando a una urbanización bastante parecida a la que yo conocía.-Podemos meternos en una casa, eliminar a cualquier criatura que haya dentro y con algunos muebles montar una barricada. Nos servirá para descansar un poco.

Cogí el trozo de tubería que el cadáver de la mujer con la cara triturada había usado como arma. Me adelanté un poco a mis compañeros y salí del bus, comprobando que Radcliff nos había seguido. Sin llegar a introducirme en la casa, eché un vistazo desde fuera, esperando que no tuviésemos que gastar demasiada munición.

-Quizás en las afueras de la ciudad haya alguna casa o algún edificio que podamos limpiar de esas cosas y contener un ataque. Munición no tenemos demasiada, y por lo que observé en general son bichos lentos. Si nos organizamos bien cuando lleguemos allí no tendremos problemas para montar una barricada o algo - Dijo Khalid.

-Es una buena idea. Montaremos una barricada y nos turnaremos para hacer guardias. Yo no tengo munición ahora mismo, pero sé que Radcliff lleva más de una, así que seguramente nos servirá para defendernos unas horas. Podemos aprovechar para ir a alguna tienda de armas. Esto ha ocurrido muy de repente, así que lo más seguro es que todavía quede alguna cosa útil. Y luego iremos hasta la Corporación para curarnos y reunir el antídoto suficiente como para salir de esta maldita ciudad vivos.

Continuamos un rato en el bus hasta llegar a las afueras de la ciudad.

-¿Qué os parece por aquí?-dijo el segurata señalando a una urbanización.-Podemos meternos en una casa, eliminar a cualquier criatura que haya dentro y con algunos muebles montar una barricada. Nos servirá para descansar un poco.

La verdad es que yo no pensaba que hubiese ningún zombie dentro; aunque todo podía ser ya que demasiados zombies ya nos habíamos encontrado en el interior de la ciudad.

El segurata recogió una tubería que habia en el suelo del autobús y salio el primero de este dirigiéndose a una de las casas. Yo sali posteriormente y me dirigí también hacia la puerta convencido que allí no habría ningún monstruo. Me adelante al otro hombre y intenté girar el la manilla de la puerta; pero no pude ya que estaba cerrada.

- ¡Papá!- de pronto hoy a mis espaldas y me giré. Aelita venia hacia mí, no parecía muy consciente de lo que estaba sucediendo, y la verdad es que eso me alegraba.

El científico intentó abrir la puerta pero estaba cerrada. Su hija le llamó y él dirigió su atención a ella. Ya que nadie se animaba, yo me fui por uno de los laterales hasta llegar a una ventana. En ese lado de la casa, había un pequeño jardín con unos columpios, que se balanceaban suavemente al son del viento.

Miré al interior por la ventana, por si había algún zombie, pero apenas podía ver nada. Levanté el brazo en el que llevaba la tubería y rompí el cristal. Por mi cabeza se pasó la idea de que quizá el cristal pararía a los zombies en caso de ataque, pero luego comprendí que apenas los retendría, que la única forma de detenerlos un poco sería tapiándola.

Me introduje en la casa, con la tubería en mano, comprobando que nada se me acercaba, oía algún ruido en el interior, pero quizá necesitaría ayuda, así que me dirigí hacia la puerta. Las llaves estaban puestas, las giré y abrí la puerta.

-Creo que podremos dormir lo que queda de noche...-dije sonriendo levemente e invitándolos a entrar.-Tened cuidado, no sé si hay algún peligro.

Salí del autobús de último. Vi que Core y su hija estaban en la puerta, así que decidí acompañarles. Cuando me acerqué, la puerta se estaba abriendo. En el interior pude ver a Vlad con una tubería en la mano.

-Creo que podremos dormir lo que queda de noche... -dijo- Tened cuidado, no sé si hay algún peligro.

Estaba levantando la escopeta para iniciar la investigación del edificio cuando una sombra pasó por delante y golpeó a Vlad, haciendo que desapareciera.
Tardé medio segundo en darme cuenta de lo que pasaba y en patear al zombie que había envestido a mi compañero. Conseguí que el atacante rodara, dejando libre a Vlad, pero el dolor de mi pierna hizo que cayera al suelo.
Sin embargo, cuando el bicho se levantó mi escopeta le estaba apuntando a la cabeza.

En cuanto nos paramos, la hija del científico salió corriendo a buscar a su padre. La otra niña no se movía, supongo que intentando no pensar en lo que estaba pasando.

-Salgamos - le dije -. Nos están esperando. Manténte cerca de mi, ¿de acuerdo? Si aparecen más cosas de esas podré protegerte si estás cerca.

Antes de salir del coche cogí el fusil que se había dejado el ex-miembro de seguridad antes de ir a por el bus. Abrí el maletero y cogí mi mochila, que había cargado con munición antes de salir del recinto de la Corporación. Tenía un par de granadas también, tanto explosivas como de humo. Espero no tener que usarlas.

Cuando nos acercábamos al resto del grupo, algo embistió al dueño de la perra. El hombre de la escopeta ayudó al otro a librarse de su agresor de una patada, pero perdiendo el equilibrio.

-¡Vamos! - le grité a la niña. Corrimos juntos hacia ellos, ya que no quería alejarme demasiado de la niña, para que yo pudiera intentar ayudarles. Cargué el fusil en plena carrera, pero mientras me acercaba vi que el hombre levantaba su escopeta, y se mantenía inmóvil apuntando a algo. Supuse que sería al ser que les atacó. Cuando llegué vi que era así.

Disparé.
Los sesos se esparcieron por el techo de la entrada.
Apoyándome en la punta de la escopeta y en el brazo de alguien que se había acercado, me levanté.
La pierna me dolía lo indecible, pero tenía que aguantar hasta que la casa fuera considerada segura.

-Venga, quiero descansar de una vez - dije sin intentar ocultar el mal humor - así que dos investigarán la casa y dos cuidarán de las niñas. ¿Quién quiere hacer cada cosa?
Saqué la pistola que conservaba en mi gabardina y se la ofrecí al hombre al que había salvado unos instantes antes.
-Elijas lo que elijas, te será útil - argumenté

No pude evitar que una mueca de dolor asomara mi cara, ya que el dolor de la pierna se intensificaba por momentos. Aquella vieja cicatriz era más dolorosa que nunca.

Apenas había terminado la frase cuando algo me golpeó fuertemente tirándome al suelo. El golpe contra el suelo me aturdió unos segundos y aquella sombra estaba consiguiendo que la herida de mi brazo me doliese horrores.

No sabía muy bien lo que pasaba hasta que oí un fuerte disparo de escopeta, y pude ver como la cabeza de aquella criatura se esparcía por la casa. Todo lo que quedó fue el eco del sonido estridente de la escopeta y el último gruñido de aquel ser.

Pude ver como el hombre que me había salvado, el mayor del grupo, se levantaba con mucha dificultad. Yo me levanté poco a poco mientras apretaba la improvisada venda.

-Venga, quiero descansar de una vez, así que dos investigarán la casa y dos cuidarán de las niñas. ¿Quién quiere hacer cada cosa?-

Antes de que ninguno pudiera responder, el hombre que me había salvado me ofreció una pistola. Vi a Radcliff con un fusil, y recordé que era el que me había dejado. Miré a ambas cosas.

-Elijas lo que elijas, te será útil-me dijo aquel hombre.

Agarré la pistola y moví la cabeza en señal de agradecimiento:

-Usaré la pistola. Es con lo que tengo más práctica y... con el brazo así, es bastante más cómoda la pistola. Gracias.-Miré a Radcliff-Déjale el fusil a... ¿Core?-dije dudoso, mirando al científico, me parecía haberlo oído antes.

Después volví a mirar al hombre mayor.

-Me parece buena idea eso de quedarse dos con las niñas y que dos investiguen. Tú tienes la pierna mal, deberías quedarte aquí con ellas, ¿no? ¿Qué haréis vosotros? ¿Cómo nos repartimos? ¿Quiénes llevarán qué arma? Estoy dispuesto a hacer lo que veais conveniente.-dije, sin llegar a tomar una decisión concreta.

El hombre que había sido embestido miró el fusil que llevaba y que pretendía entregarle de nuevo. Miró también una pistola que el hombre de la escopeta le tendía.

-Usaré la pistola. Es con lo que tengo más práctica y... con el brazo así, es bastante más cómoda la pistola. Gracias. - dijo al hombre de la escopeta. Luego me miró - Déjale el fusil a... ¿Core? - dijo mirando al científico. entonces volvió a dirigirse al hombre de la escopeta - Me parece buena idea eso de quedarse dos con las niñas y que dos investiguen. Tú tienes la pierna mal, deberías quedarte aquí con ellas, ¿no? ¿Qué haréis vosotros? ¿Cómo nos repartimos? ¿Quiénes llevarán qué arma? Estoy dispuesto a hacer lo que veais conveniente - dijo el dueño del animal tras coger la pistola.

-Si no os importa, yo entraré a registrar. Me siento culpable por haber permitido que esos seres escapasen del recinto de la Corporación. Mi deber era detenerles... Y fracasé. Quiero enmendar mi error.

Me descolgué el fusil de la espalda, junto con la mochila, y se lo entregué al científico. Yo me quedé el otro.

-¿Sabrás usarlo? Ya vengas conmigo al interior o prefieras quedarte aquí con tu hija, necesitarás algo con lo que defenderte si atacan esas cosas - me dirigí entonces al resto del grupo -. Tomad - dije dejando la mochila de la munición en el suelo -. Nos hará falta a todos.

-Creo que podremos dormir lo que queda de noche...-dijo sonriendo el segurata tras haber observado los alrededores de la casa -Tened cuidado, no sé si hay algún peligro.
Dicho esto nos dispusimos a entrar en el edificio cuando de repente algo golpeo a Vlad y se lanzó con velocidad sobre él, pero Khalid que estaba cerca de él lo apartó y le disparó esparciendo los trozos de su cabeza.
Noté una fuerte presión en el brazo. Para mi desgracia Aelita acababa de ver aquella poco agradable escena y se había asustado. Como me temía estaba empezando a dejar de tener sueño y tarde o temprano se iba a dar cuanta de que algo sucedía.

-Venga, quiero descansar de una vez - dije malhumorado - así que dos investigarán la casa y dos cuidarán de las niñas. ¿Quién quiere hacer cada cosa?
-Elijas lo que elijas, te será útil-me dijo aquel hombre - Khalid le ofreció una pistola a Vlad.
-Usaré la pistola. Es con lo que tengo más práctica y... con el brazo así, es bastante más cómoda la pistola. Gracias.-
-Déjale el fusil a... ¿Core?-Continuo mirando hacia el militar -Me parece buena idea eso de quedarse dos con las niñas y que dos investiguen. Tú tienes la pierna mal, deberías quedarte aquí con ellas, ¿no? ¿Qué haréis vosotros? ¿Cómo nos repartimos? ¿Quiénes llevarán qué arma? Estoy dispuesto a hacer lo que veáis conveniente.

-Si no os importa, yo entraré a registrar. Me siento culpable por haber permitido que esos seres escapasen del recinto de la Corporación. Mi deber era detenerles... Y fracasé. Quiero enmendar mi error. - Contestó el militar y posteriormente entrego el fusil.

-¿Sabrás usarlo? Ya vengas conmigo al interior o prefieras quedarte aquí con tu hija, necesitarás algo con lo que defenderte si atacan esas cosas - Continuo mientras dejaba la munición en el - Tomad. Nos hará falta a todos.

- Creo que me quedará aquí fuera - Contesté - Aún me duele un poco el hombro y además prefiero quedarme fuera con mi hija. - En cuanto al fusil, nunca he usado uno como comprenderás; y no creo que llegue el momento en el que realmente tenga que usarlo.